Nuevamente en Bariloche.
Queremos irnos de shopping, pasear por el centro. No hace frío, pero es tarde. Cuando veo que las tiendan comienzan a cerrar, corro, cruzo una calle y doblo en la esquina. Ahí está la entrada a la tienda grande, una suerte de shopping, pero como los de Canadá: En lugar de que cada marca tenga un local, se mezclan en un espacio amplio y un sucesivo devenir de perchas y góndolas.
En un momento, paso por una puerta de vidrio, y quedo del lado del restaurante. Es una suerte de tenedor libre, con mesas llenas de fiambres. Curiosamente, todo en rodajas: Rodajas de salamines, de embutidos, de queso. Todas mas o menos del mismo tamaño. Y todas, todas, desparramadas sobre las mesas pero en un orden. Uno toma de las mesas las rodajas y se las lleva a la boca, y él me dice que si queremos, podemos pedir que nos armen un paquete para llevar.
Breve análisis:
Bariloche me obsesiona. Se ve que esos cinco días de torturo fueron mucho mucho mas duros de lo que pensé. Por eso todos mis sueños me llevan allá. O piensan en llevarme allá.
Y las rodajas de fiambre eran fichas de casino, obviamente.
1 comentario:
"Bariloche. Queremos irnos de shopping..."
Puaj! Puajjj!!!
Teoría de la Libertad: Grandes probabilidades de que se convierta en millonario cuando soltero.
Los shoppings son para minitas "El lujo es vulgaridad".
Comprensible.
Un asco.
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