Son los otros los que marcan el punto final.
Una marca que dejan los terceros, que te obliga a pensar, que te somete al "que dirán". Y no voy a decir, no, que no me importa. Porque en muchos momentos importó. Y sigue importando. Y seguirá.
¿Cuando dejé que pasaran los demás así, diciendo por acá y por allá, lo que les parecía que veían? Siempre. Como todos.
Porque pode hacer de cuenta que tus oídos son sordos, que no te importa, que estás mas allá. Uno puede convencerse de que el otro no entiende.
Pero, se sabe, Yo soy Otro.
Y el otro no me entiende a mí.
Y en su afán de entender, el afán que comparto, dice.
Y cuando dice, se le escucha... por mas que no quieras. Y quedan, las palabras flotando.
Y se clavan en la mente tierna o dura o acorazada, que nadie se salva. El juicio siempre llega y siempre hay con que juzgar.
Y aunque pienses que aun se puede. Y aunque desees que aun se pueda. Y aunque llores por que se pueda.
Ya quedó marcado el punto.
No hoy. No ayer. Hace meses.
Cuando la escuchaste a ella, a él, cuando escuchamos a aquel.
Y también, cuando dejamos de escucharlos.
1 comentario:
Hubiese preferido igual, amigo lector, que me dijieras tu juicio antes, y pasar una flor de borrasca y ayes entre nosotros, a que te reservaras el jucio hasta el final. Mucho mas fuerte espero que sea la amistad sin reservas, que la amistad censurada.
Y si no sirve, bueno... pero me parece que valia la pena.
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