viernes, 2 de marzo de 2012

que noche la de anoche!

Colectivo en capital. Por suerte, voy sentada. Zona desconocida por mí... probablemente Pompeya, o algún otro barrio en el suroeste. El colectivo pasa por una ancha avenida que veo lleno de gente. Gente gente gente, en la vereda, en todos lados. Florida un poroto. Parecen felices. Le pregunto al tipo de al lado si sabe por qué hay tanta tanta gente ahí. Y nada, no sabe. Se quiere fijar en su celular en internet (el mío también tiene... pero tarda tanto!) Así que le dije que no, que gracias, que quería saber porque ya me bajaba. Y me bajé. No era mi parada, pero tampoco para tanto. Me acerco al grupo de muchisima gente. Bailaban. Posta. Seguían a uno y repetían una coreografía simple... de a poco a todos les salía. Me corro del grupo, y hacia un costado veo: a mi pseudoprimo con sus dos primas verdaderas y un montón de amigos de ellos. A mi madre sosteniendo un perro que no es nuestro (es de las primas verdaderas, me entero después). Yo voy cargada con mi mochila con PC y estoy incómoda. Aparte, estoy en vestido.
Y los saludo, me río con algunos, soy mas formal con otros... pero beso a todo el mundo. Y entonces, nada. La gente de a poco se dispersa, pero viene una de las personas que están organizando eso, y me pone un collar de esos hawaianos de cotillón alrededor del cuello. Blanco. Los hombres usan amarillo. Y entonces, me invita a ir a ver el lugar de la fiesta. ¿es que no es esto la fiesta? No, no... esto es el lanzamiento del proyecto. la fiesta es mañana.
Y voy, entonces, con mochila y todo. Abre un portón herrumboso, y con mas o menos una docena de personas, comienzo a subir la escalera. Es complicado, tengo la mochila y estoy en medias. Aparte, algunos lugares tiene el cemento roto y asoman los fierros de la estructura. Con cuidado subimos, y se abre otra puerta enorme... Y woooow! El salón es impresionante. Enorme, primero. Ventanas en lugar de paredes que muestran una ciudad armada de techos de viejas fábricas, con vidrios rotos que reflejan el anochecer. Entonces, nos dicen, ahí va a ser la fiesta, mañana. Nos esperan. Impresionante.
Cuando bajo, me resbalo por las escaleras, empujo a alguien, me agarro de una baranda... puedo, finalmente, estabilizarme y dejar de caer. Abajo me encuentro con mi madre. Me mira mal, aún tiene el perro. Dice que la dejaron ahí y todos se fueron y se quedó sola con el perro. Le digo que se joda, y que no se la agarre conmigo que no es mio el pobre animal... mira que tener un perro en una ciudad como Bs As... Y bueh.
La dejo, y me voy al río, con el resto de la gente joven. En el río, que está embalsado, hay un gran gran trampolín. La gente se tira con algo de miedo. Es profundo, pero no hay tanta corriente.
Y luego de tirarme una vez, voy por la segunda. Estoy sobre la plataforma, alguien quitó la tabla, así que decido tirarme de cabeza, en lugar de bomba, como hice (e hicieron todos) la primera vez. Me preparo, las tablas ceden y dejan lugar a un pequeño rebote, un balanceo. Me inclino y salto... Y me doy cuenta que voy a caer de panza!
Por suerte, me despierto antes que llegue el picor...

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