Dos lágrimas por noche, a veces una en la tarde.
Si que quedé mal: el vapor del lagrimal me empaña, a veces, o un poco, la alegría.
Como siempre, cuestan las mañanas... y las noches, y las tardes.
Menos mal que crece la pila por leer.
Que difícil leer con dos lágrimas, que salen, pegan el salto, usan las pestañas como trampolin. Inconscientes chocan contra la mejilla, se estallan, se dividen, se deslizan. Y llegan al cogote, si no fui bicha y las sequé antes, con dos dedos, las dos lágrimas.
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