domingo, 20 de noviembre de 2011

Que noche la de anoche 33

Soñé con mi amiga G.
Resulta que yo estaba viendo casas, en Bs As, por la zona de recoleta. Quizás Belgrano, pero tenia onda de recoleta y construcciones muy antiguas. En una esquina, estaba esa casa que siempre me había gustado: Una construccion muy antigua, con una entrada con columnas, y un salón redondo. Sobre ese salón, todo el techo era balcón con balaustrada de piedra. Las ventanas altas con arcada, dejaban ver un espacio completamente redondo, donde se veían viejos muebles y un ENORME crucifijo contra la pared. Sabía que esa casa era imposible para mi. Pero, sobre una de las calles, esa casa tenia una especie de pequeño local, evidentemente un arreglo posterior, que supo ser una mínima librería llena de polvo, con escalones que bajan el nivel del suelo ni bien se traspone la puerta de madera y vidrio repartido.
Me asomo por los vidrios sucios y veo los estantes, vacíos, aún con la marca de polvo de los libros que han quitado. Ese espacio tampoco me sirve.
El problema es que como ahora estoy viviendo en Stefenelli, y mi casa queda en el campo (ojo, digo stefenelli porque así pensaba en mi sueño, sin embargo, me parece que el lugar era otro: al lado del río, sobre una lomada de gramilla. La casa no me gustaba, ni me convenía el lugar, siempre tenia que caminar mucho), necesito otro lugar, mas cómodo. Por eso estoy recorriendo esta zona de Recoleta. Caminando por la misma cuadra que el local, llego a una iglesia. No es una construccion habitual, porque se abre un parque en la mitad de la cuadra de verde y tierno césped, y entonces la iglesia atrás, bien al fondo. Una construccion de piedra, con un aire neogótico, alto campanario en punta afiladísima. La entrada a la iglesia forma una especie de escenario, porque la iglesia está algo mas baja en el terreno, y escalinatas amplias bajan hasta ahí desde la cuadra, también en piedra (adoquín). Por otro lado, sobre una elevacion del terreno hay una especie de balaustrada que se asoma sobre las gradas, una suerte de palco.
Llego caminando hasta ese palco, miro el lugar. Quizás sea Canadá. Poco a poco la gente se acerca, va tomando lugar en las gradas: la ceremonia religiosa va a tener comienzo. Decido quedarme y voy a tomar un espacio en las gradas. La temperatura va bajando en la tarde que declina.
Mientras me asombro de los preparativos, porque la mayoría de los que están ahí tienen algo que hacer (dialogan entre ellos, van de un lado a otro), y los que no, están sentados, veo, unos escalones mas abajo, a G. Ella está distinta: tiene el pelo largo, atado en una cola que termina en punta (su corte de pelo debe ser rebajado) y usa flequillo. Su pelo está lacio, así que debió plancharselo o quizás se hizo la toca. Aparte, esta mas flaca. Viste un pantalón celeste y una remera blanca. Me mira, y esta vez no tiene lentes, sino que veo sus iris color celeste: Lentes de contacto de color!
Nos acercamos, nos besamos, tanto tiempo, como estas, yo me quiero mudar, que bueno, no como siempre, estudiando, él es un amigo. Están tomando mate.
Mientras charlamos de nada, veo que sus lentes de contacto solo son celestes al sol. En la sombra muestran su habitual color de ojos.
En medio de esa charla, una mujer grande, de rulos y pelo corto, le trae a G. una especie de capa de Polar, color beige superclarito. Ella se la pone, lo que me sorprende. Me parece una linda capa, con una capucha que cuelga detrás, unos tajos por donde sacar los brazos. Y le pregunto si ella es parte del grupo de la ceremonia, porque veo que no todos tienen esas capas, solo los que van y vienen organizando.
Ella no contesta, habla de lo linda que es la capa, abrigada para la noche fresca. Y no contesta porque piensa que la estoy juzgando por ir a esa iglesia, por ser parte de la ceremonia. Y juro, lector, que no. Simplemente, quería saber de ella.
Y no contesta, y yo que me tengo que ir. Y le digo "quería un sí o un no, nada mas". Pero, que cosa, nada. Yo me voy, y ella se queda con la señora, sube por otro lado, a otro lugar, otras escaleras, ni me mira para saludarme.
Y yo me doy cuenta que estoy perdida, que tengo que buscar la oficina de mi codirectora en ese edificio que parece la UQÁM, y no se a donde. Estoy perdida, y no sé a donde ir, mi amiga se fue con su capa, a su ceremonia, a ser parte de eso que no es parte de mí. Y yo estoy en UNQui o en UQÁM y no se donde ir, me pierdo cada vez mas, los pasillos no me hacen recordar a nada. Entonces me encuentro con el hermano de un viejo conviviente. Sus pelos como siempre, onda afro, que se ríe. Tiene práctica en esto, tantos años en el pab 1 que me lleva, a través del supermercado, y del bar, al pasillo principal, donde esta, al final, la oficina de mi codirectora. Donde me preguntan los colegas como me fue con la búsqueda del depto y la mudanza, y yo que solo siento esta misma desazón con la que me desperté.

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