Un ratito, un poquito, una escapada de todo lo que duele. Un no pensar.
O mejor dicho, mucho, mucho pensar. Pensar sin parar, todo el rato. Pensar.
Y sin embargo, que no duela y que una se diga. Si, quiero consuelo. Quiero ser mimada, besada, abrazada. Quiero escuchar palabras dulces y risas claras.
Y que sea todo así, como miel por todos lados. Dorado oscuro, dulce profundo, suave.
Y saber que no es lo que quiero, que no es lo que añoro. Que es completamente distinto a todo eso que lloro y sin embargo, o quizás justamente por esa diferencia, esta bien.
Nos consolamos, mutuamente, y fingimos en la noche que no nos pesa tanto la ausencia.