jueves, 15 de abril de 2010

Que noche la de anoche! XVII

Anoche soñé que vivía con C en una ciudad que quedaba en una isla. Una ciudad muy moderna, en una isla que formaba parte de un archipiélago en el Caribe. En la ciudad teníamos unos amigos que en realidad eran adolescentes de unos 17 años mas o menos. Eran tres. Uno pelilargo de gorra, un morocho anónimo y un gordito, bajito, de rulos y remera verde. Al gordito todos lo trataban de che pibe. Nosotros también, pero menos crueles que sus amiguitos.
Decidimos salir todos en bote a pasear por el mar del archipiélago. El gordito consigue el bote, y mientras nos esperan, los tres zánganos se dedican a sacarles fotos con una cámara digital a unas pibas que están en una pileta.
delante, en medio de nosotros dos, para que cebe mate. Salimos con el bote, no se si a remo o a motor. El sol deslumbra, hace calor, el mar es una sábana. Las islas Los retamos, nos reímos de ellos cuando llegamos. C pone a los dos flacos atrás y al gorditoestán salpicadas por todo el mar, enormes masas marrón-verdosas.
En eso, cerca del bote, vemos pasar un jarrón blanco que flota. En el interior las flores, dalias, margaritas, crisantemos. Coloridas pero sencillas, como son esas flores. Son un mensaje. En la isla mas cercana, como un paisaje bucólico, una mesa, sillas blancas de metal repujado, el mantel ondea al ritmo de la brisa. Un servicio de té sobre el mantel. Me tiro al agua y trato de nadar hasta el jarrón, pero C me detiene antes de que las agarre. Me grita que mire. Y veo. A lo lejos, en un yate que viene a todo motor, la mujer a la que estaba destinado el mensaje. Rubia y alta, en bikini sobre la cubierta, el pelo ondulado le hace de capa ondulada al viento.
Y C que me señala hacia el otro punto del horizonte. Entre las islas, veloz y negro como un abejorro, el helicóptero se acerca, amaga con detenerse pero no. Atrás, las avionetas, de blanco impecable, veloces, precisas, cazan al helicóptero. Lo persiguen hasta la ciudad que dejamos atrás y ahí, entre los rascacielos, lo balean, lo destrozan. La tripulación logra escapar, menos el piloto, que envuelto en llamas, caer en la caparazón negra.

Volvemos a nuestro hogar. Allí nos enteramos que el piloto, aquel que organizaba una tarde romántica en su propia isla con la mujer que amaba, muerto en plena ciudad, era amigo de C. Dejó un niño en nuestra isla, y nos apresuramos a adoptarlo como propio. Menos de un metro de piel tostada por el sol, ojos azul-increible y una mata de pelo lacio y castaño, lavado por la sal del mar. Inunda la casa con su alegría y sus demandas. El departamento moderno, en la ciudad moderna, no es para estos niños criados a golpes de sol y de arena.
Pide por su padre, serio. Y serios, le decimos que murió. LA mentecita infantil que rechaza la muerte, la ausencia, sale corriendo al pasillo, se pierde en las escaleras (ahí, en ese momento, pequeño y tembloroso como un cachorrito de gato, otro cachorrito, el de hombre). Antes de correr, sus ojos azul-increíble se inundan de golpe, el puchero trastoca el rostro y uno no sabe si morir de ternura o de dolor.
Hay que buscarlo, capturarlo, abrazarlo. Secarle el rostro furioso, caliente. Hay que acunarlo y despegar del suelo los piecitos fríos. Le explicamos, con C, que la muerte es solo otro lugar. Un lugar que está "mas allá", de donde no se puede volver. Que es como perderse y no encontrar el camino de vuelta. Y sin embargo, quienes están en la muerte, pueden aun mirar y cuidar a los que quieren. No pueden llegar y abrazar y volver, no. Pero cuidan a los que quieren.
Y los ojos azules se velan, se cierran los párpados, y deja de hervir la piel tostada para volver a ser un niño cálido, plácido, dormido oliendo a sal soñando con mar.
Vamos a quedarnos con el niño. Vamos a mandar a buscar a su hermanita, mas pequeña, que quedó sola en la casa enorme. La nana la mete en el avión, y ya llega, toda de rubios rulos.
Suena el despertador.

jueves, 8 de abril de 2010

¿Y donde está la rana?

Odio volver... dice:
*¡¡¡ C encontró la rana !!!!!

victoria dice:
*si...
*se la debe haber llevada pegada en la campera.
*INCREIBLE!

Odio volver... dice:
*jajaja
*para mi se enredó en el saquito blanco que tiene
*lo sacó de la mochila, quedó la rana por ahí y lo volvió a guardar hasta que la vieja la encontró jajaja

victoria dice:
*Si.
*es una posibilidad.
*Aunque también esta la posibilidad siniestra:

Odio volver... dice:
*¿¡y cuál sería??

victoria dice:
*que CLC haya robado tu remera, la haya guardado en sus pantalones, y al quedarte vos dormida al lado de él, cuando se bajo los pantalones para masturbarse sobre tu rostro, se le haya caído en lo de C.

Odio volver... dice:
*jajajajajajajajjajajajja
*¡¡¡¡ o la rana cobró vida propia y se quiso ir a fumar a lo de C y quedó muerta como CLC !!!

victoria dice:
*Después esta la teoría de que vos la llevabas puesta, y te la quitaste durante esa noche fatídica, cediendo quien sabe a cuales bajos instintos, y después la droga, famosa por ralentizar el proceso de fijación de la memoria, hizo que la olvidaras en lo de C.

Odio volver... dice:
*jajajajajajajajajaja
*bueno, si fue así mejor, porque como no recuerdo nada no siento culpa

victoria dice:
*Aunque hay una versión paranoica de los hechos.

Odio volver... dice:
*¿¿cómo sería??

victoria dice:
*Resulta que ALGUIEN llevo al remera a lo de C, con la intención de generar sospechas de una relación clandestina entre él y vos, con lo cual, yo me peleo con C, vos te peleas conmigo, C se pelea con vos y CLC...
*no tiene donde quedarse a dormir!

Odio volver... dice:
*jajajajajajajja

victoria dice:
*La principal sospechosa de el hecho es la ex de CLC, porque quiere que vuelva a dormir con ella

Odio volver... dice:
*jajajajaajajajajajajajajajaja

victoria dice:
*En fin... es un misterio.
*Y si me permitís, voy a copiar esta conversación, editarla y mandarla al blog.

miércoles, 7 de abril de 2010

Entre media noche y gallos

Iba a escribir un post sobre el enojo de C anoche. Sobre no poder dejar el pasado atrás, o sobre tenerlo adentro, o al lado, o en una cita al juzgado. Iba a decir cosas crueles, llenas de rencor (una que se me estuvo viniendo a la cabeza: mejor buscate una novia virgen). Iba a decir cosas tristes.
Y si bien no puedo apagar mi enojo del todo (se lee fácil mi enojo, entre comas, entre paréntesis). Y si bien mi tristeza me juega malas pasadas de esperanza (y un almohadón y la campera se transforman en una cabeza oscura, un torso, dormidos sobre el sillón, maldita penumbra y miopía)...
Acabo de recibir un mail de trabajo que me saca de mi estacada. Y todo cobra otra perspectiva.
Y se convierte en un juego de niños, cruel si, pero relativamente inofensivo, la partida de C anoche de casa.